Hoy parece tan remoto, pero hubo no hace mucho un tiempo en el que gran parte de la humanidad llego al conocimiento de que no tenia sentido seguir relegando a la mujer a un rol secundan, decorativo, el atavismo de la dueña de casa y esas cosas. Se estimo colectivamente que el esquemita del macho-saliendo-a-cazar-hembra-cuidando-críos era cosa del pasado, resabios superados por el pensamiento y el progreso humano. Pero vinieron las volteretas de la historia, que demostró ser más chúcara de lo que todos imaginamos, y de pronto descubrimos que en ésa y en tantas otras cosas se había vuelto al punto de partida. Kaput. Fojas cero. O aún peor. PIENSO ESTO LEYENDO el último reportaje de la Nación Domingo, escrito por Betzie Jaramillo. Es la historia de un sojuzgamiento salvaje y parece un cuento de terror. Lo más asombroso no es que ocurra, sino el hecho de que a todos, incluida, ellas, hoy esto les parezca tan normal. Basta echar una mirada a la publicidad, o a esa otra caja de resonancia del mundo que es la televisión, para advertir como la mujer ha sido nuevamente reducida al papel de pinturita, objeto de deseo o encargada de las compras para el hogar. ¿No lo como nadie las 500 mil chilenas que hoy padecen de anorexia?UNA SOMERA MIRADA AL MUNDO laboral bastaría para alarmarse: hoy una chilena percibe como promedio un 31,1% menos de salario de un hombre por el mismo trabajo. Pero es mucho más que eso. Porque el 705 de los 1.300 millones de miserables de todo el mundo son mujeres. Y también son mujeres las dos terceras partes de los 876 millones de analfabetos de la tierra. Suma y sigue. En chile se produce un abuso sexual cada una hora y media, pero solo el 3% de las mujeres violadas lo denuncia a la policía. Cada año, dos millones de niñas son vendidas como esclavas sexuales, y hoy son 138 millones las mujeres vivas que han sufrido mutilación genital: dos millones nuevas cada año. Según las naciones unidas, la violencia domestica es la primera causa de muertes en mujeres de entre 15 y 40 años (en Estados Unidos cada quince minutos una mujer recibe una paliza por parte de su conyugue). También son mujeres el 55% de los nuevos contagiado de sida y el 70% de las victimas de la guerra: en algunos pueblos de Kosovo, en la década del noventa, según Amnistía Internacional, casi el 50% de las mujeres en edad reproductiva fueron violadas por fuerzas serbias.¿NO CONSTITUYE ESTE CUADRO UN AUTENTICA HECATOMBE?Las cosas, sin embargo, no parecen estar en vías de cambiar, ni mucho menos. En todo el mundo, las mujeres están representadas en los parlamentos en un escuálido 14%. En Chile, solo el 5.3% del Senado y el 11% del conjunto del congreso son femeninos. En el mundo empresarial es todavía peor: ellas ocupan apenas el 1% de los cargos directivos.EL MODELO NO TIENE FISURAS, casi. Actualmente, en la Universidad de los Andes, hay una carrera para mujeres que dura cinco años y que se llama administración y servicio, donde se les enseña, básicamente, a servir a los hombres. Un ramo es Lavandería, otro es Protocolo. ¿No es un poquito mucho? Si el mundo -en un caso hipotético- estuviese compuesto solo por canguros y conejos fueran los dueños de todo y se apropiaran de todos los privilegios, en algún punto los conejos se rebelarían. Eso es indudable. Pero las mujeres son la mitad más uno del mundo -y la mitad- y en su enorme mayoría no parecen sorprenderse por esta increíble situación, y siguen de lo más campantes consumiendo "revistas para mujeres" que reducen la existencia por completo al cotilleo, la moda y la cocina, aunque por cierto los modistos de alto estándar y los cocineros bien pagados son casi siempre, hombres.EN EL RECIENTE TSUNAMI ASIATICO, en la localidad de Lampuuk (Indonesia), los varones sobrevivieron en un 25%. Las mujeres, en cambio, sólo en un 7%. ¿Por que? Según The Times, porque eran ellas las que volvían a la costa a buscar a los niños. Ellos huían. Esto nos habla de muchas cosas. Muchas. Hay una comedia de Aristófanes en la cual todas las mujeres deciden unirse y plantean como ultimátum a los hombres que el sexo se termino hasta que ellos no acaben con la guerra. Cuatro siglos después de Cristo, ya había síntomas de rebelión. Veintiún siglos después de Cristo, nadie se inmuta. Ahí están ellas, confinadas a la obsesión anoréxica y a las revistas de moda, mientras ellos, con sus negocios y sus panzas, salen de la caverna cada mañana a hacer la política y la guerra. Y así no más andamos.
(Pablo Azócar, La Nación, 17 de abril del 2006)
